La mente humana es tan compleja, tan difícil de entender, muchas veces me aterraban cosas que para muchos parecieran insignificantes y fáciles de resolver, pero sin embargo a mí el miedo terminaba dominándome. Y una vez que el miedo tomaba el control de mi mente ya era prácticamente imposible razonar o simplemente funcionar, y buscaba cualquier salida para esconderme de esos pensamientos o de esas ideas.
Todos tenemos un paso que cuesta dar, a donde llegas y ya no quieres continuar, ahí donde todo parece imposible, donde no hay esperanza y es ahí donde debes tomar todo lo que tienes para saltar y arriesgarte a morir en el intento – cosa que no sucederá, pero tu mente lo percibe así –
Todos sabemos ya que hay dos tipos de miedo – el miedo imaginario y el miedo real, el problema es que el miedo imaginario parece tan real que aunque me encuentre en el desierto mi mente me hace ver que el mar viene hacia mí y que morire ahogada, y es ese miedo lo más espantoso que un ser humano puede experimentar, alucinas con enfermedades mortales, con dolores y preocupaciones que no existen y te conviertes en una persona miserable con quien nadie tiene deseos de compartir y te comienzas a victimizar – nadie me quiere, todos me abandonan, no valgo la pena, qué caso tiene esto o aquello, y bajamos la cabeza y nos resignamos a vivir así y poco a poco nos vamos quedando verdaderamente SOLOS.
El primer paso para salir de ese pantano de miedos es reconocer, aceptar que es posible que algo no esta bien y que necesito ayuda – aunque no lo crea y lo haga en contra de mis pensamientos –
¿Donde buscar ayuda?
Existen dos situaciones que considerar – y debemos preguntarnos
Este miedo es consecuencia de una decepción, la perdida de algo valioso o alguien importante, una enfermedad física larga o el abuso del alcohol y las drogas entre otros traumas mayores como el abuso psicológico o sexual.
Si después de una evaluación profunda con tu guía espiritual o psicólogo opción queda descartada –
Entonces es posible que puede tener un origen biológico, es decir, causada por un desequilibrio químico en el cerebro y en este caso la alternativa es médica y debes recibir el tratamiento adecuado.
Muchas veces no es un desbalance químico sino más bien los miedos tienen un origen post traumático y es ahí donde comienza a encenderse la luz de esperanza que nos llevo del miedo a la libertad.
La esperanza de saberme amada, de saber que no era un ser insignificante sino muy valioso, el descubrir que la vida tiene un sentido y que yo había sido creada con amor y con un propósito inspiro mi búsqueda por llegar a ser verdaderamente libre, y di mil vueltas en busca de respuestas que solo me llevaban a la fuente de la verdad – Jesús – el saber que él era mi camino, mi verdad (Jn 14:6) y que él había venido para darme vida y vida en abundancia (Jn 10:10) que había promesas que eran para mí y que todo era posible en Cristo que es quien me da la fuerza (Fil 4:13).
Mi mundo interior comenzó a cambiar poco a poco, aunque no te puedo decir que eso sucedió de la noche a la mañana, han sido años de búsqueda, de tomar la decisión una y otra vez, de caídas y levantadas, de leer, de escuchar, de dudar y volver nuevamente al principio un millón de veces.